martes, 7 de abril de 2009

LOS ALIMENTOS MODERNOS NOS OFRECEN MÁS CANTIDAD, PERO MENOS CALIDAD

Por: Dra. Beatriz Mtz.

A lo largo de la historia, el obtener alimentos ha constituido una lucha. Hoy en día, sin embargo, el conseguir alimentos es básicamente una cuestión de satisfacer nuestros caprichos y fantasías personales. Nuestras opciones ya no se encuentran limitadas por las temporadas o por el clima local. De hecho, los alimentos individuales por lo general siempre se encuentran en temporada en algún lugar y nos pueden ser enviados o embarcados y recorrer la mitad del mundo sencillamente para nuestra conveniencia. Nuestro suministro alimenticio jamás ha sido más abundante, y el alimentarnos jamás a sido más fácil.

Los avances tecnológicos en los campos de la agricultura, la transportación, el almacenamiento y el procesamiento de alimentos han hecho posible esa abundancia. Mientras que en el pasado la gente compraba frutas y legumbres frescas, al igual que productos lácteos y carnes directamente de la granja, hoy en día la gente rara vez tiene tiempo de planear una alimentación bien balanceada y para buscar alimentos locales que pueda utilizar en si preparación. En aras de la conveniencia, tendemos a comprar nuestros alimentos en restaurantes o tiendas departamentales. Y, a diferencia de nuestros ancestros, comemos alimentos prácticos de todo tipo (inclusive alimentos enteros) que se encuentran fácilmente disponibles en paquetes, latas, frascos, “bolsas para hervir”, charolas para refrigerador y envases listos para su uso en hornos de microondas.

Al optar por la conveniencia, sin embargo, podemos estar sacrificando nuestra nutrición. Desde su cosecha hasta nuestra mesa, nuestros alimentos pueden ser embarcados, almacenados, procesados, refinados, preparados, empacados, congelados y cocidos. Y en cada uno de estos pasos existen varios factores que pueden reducir el valor nutricional de estos alimentos:

- Cambios químicos. La oxidación y la fermentación pueden hacer que los alimentos se deterioren. Por ejemplo, la oxidación puede destruir a las vitaminas A y C.
- Calor. La carne, el pescado, la carne de ave, varias frutas y verduras de hoja, la leche cruda y otros productos pueden dejar de ser comestibles en menos de un día si se les deja a la temperatura ambiente.
- Frío. El frío excesivo y las “quemaduras” provocadas por la congelación pueden llevar a la destrucción de los nutrientes. Lo mismo puede suceder con la congelación y descongelación repetidas.
- Luz. La luz puede contribuir a la destrucción de los nutrientes, especialmente la riboflavina, la vitamina A y la vitamina C, y puede introducir la oxidación de las grasas.
- Irradiación. Esta técnica mata los microorganismos, pero puede desactivar a las enzimas que se presentan de manera natural en los alimentos.
- Humedad. Las condiciones de humedad durante el almacenamiento pueden acelerar la destrucción de los nutrientes.
- Enzimas alimenticias naturales. La misma reacción enzimática que hace que las frutas y verduras maduren continuará hasta el punto de hacer que se pudran.
- Microorganismos. Las bacterias, la levadura y los mohos destruyen el valor nutricional de los alimentos.
- Macroorganismos. Los insectos, parásitos y roedores pueden destruir los alimentos.
- Cambios físicos. La preparación de los alimentos puede incluir el pelarlos, cortarlos, rebanarlos y rallarlos, lo cual puede reducir su contenido de nutrientes.
- Tiempo. El maíz fresco y los chícharos, por ejemplo, pierden su valor nutricional a las pocas horas de su cosecha. Y si usted permite que una verdura fresca repose en su charola del refrigerador por una semana, ¡le resultaría mejor consumir una verdura congelada, o incluso una enlatada, para la
cena!


Si quieres más artículos como este. Suscribete a mi blog por Email… es gratis!

No hay comentarios:

Publicar un comentario